EL ÚLTIMO JALÓN: JOSEFINA
CORRE A MOLINAR; EPN Y AMLO PONEN BARBAS A REMOJAR.
José Luis Camacho
Acevedo.
En este espacio repetimos, y razonamos, en varias ocasiones
que Josefina Vázquez Mota se mordía la lengua y le escurría sangre por la boca
cuando, por citar una de sus más “lapidarias” amenazas, decía que metería a la
cárcel a Moreira.
Convertida en la Tigresa de las campañas presidenciales,
Vázquez Mota arremetió igual contra el pillo de Tomás Yarringtón y Eugenio
Hernández. De los colaboradores de López Obrador la panista siempre ha tenido
como piezas de caza favoritas a René Bejarano y su esposa Dolores Padierna.
Jamás se refirió a que en su equipo estaban personajes de la
calaña de Juan Molinar Horcasitas o el prófugo y ratero gobernador con permiso
de Guanajuato Juan Manuel Oliva Ramírez.
Candidatos naturales a
ser encarcelados, para cumplir el deseo de Vázquez Mota expresado en Torreón,
son Molinar, Bruno Ferrari, Luis Téllez, los responsables de La Estela de la
Luz, Juan Manuel Oliva, varios colaboradores de Genaro García Luna, Juan
Ignacio Zavala, César Nava, Germán Martínez, el actual gobernador de Baja
California y muchos, pero muchísimos panistas más.
Es difícil que con esta decisión al cuarto para las doce
Vázquez Mota repunte en las preferencias electorales. Tal parece que la
decisión de los electores mexicanos con respecto a ella está definida y no la
votarán, tanto por ser una pésima candidata, como pertenecer al partido que
ahora tiene hundido a México en el caos más grave que haya sufrido en lo social
y en lo económico.
Pero la acción de Vázquez Mota tiene otra lectura, que puede
ser más importante para la salud pública de México, que la simple sacudida de
un señalado corrupto como Molinar.
Para Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador es un aviso muy
a tiempo.
De qué le sirve al mexiquense que mantengan en el PRI
funcionando a José Murat o, mucho más grave, a otro ex gobernador que ha
sufrido durísimos ataques como es Miguel Osorio Chong.
Si ya Peña Nieto dejó en claro que solamente mantiene en
calidad de conocido a Carlos Salinas, pero que ni éste es su amigo íntimo y
menos que el innombrable sea su asesor; porqué no aprovecha la “coyuntura
Molinar” y se sacude a los que se dicen sus más influyentes colaboradores y que
ni siquiera lo ven y menos trabajan para el candidato puntero en las encuestas.
Esa es una tarea que debe cumplir con rapidez, sensibilidad y
muy buena información Luis Videgaray Caso.
Y en la acera de los amarillos la lista de “colaboradores” de
los que debe deshacerse, o cuando menos deslindarse, Andrés Manuel López
Obrador, es más larga que la distancia entre el DF y Macuspana.
Los que mas irritada tienen a la sociedad en todos sus
niveles, desde simples contribuyentes hasta empresarios de gran nivel, no son
los emblemáticos René Bejarano, el inefable señor de las ligas, o Carlos Imaz,
los dos actores de los videos del pillazo argentino Carlos Ahumada.
Los más peligrosos están parcialmente cubiertos.
Sin duda que los colaboradores de Marcelo Ebrard ligados al
sector inmobiliario son los que AMLO directamente debe investigar para evitar
que le revienten una bomba que supere con mucho al escándalo de la Charola de
las Lomas de Costa Bonino, Creel, Mandoki y compañía.
Marcelo Ebrard, Juan Enríquez, Jorge Rosillo y su jefe real,
Manuel Camacho, siguen siendo la punta de un iceberg de corrupción que molesta
e indigna a muchos empresarios metropolitanos en la zona del DF.
Y los tentáculos de la pandilla de Manuel Camacho están más
allá de las fronteras mexicanas. López Obrador debe dejar sus excesos de
confianza a un lado. Es cierto que es difícil que al tabasqueño lo pillen en
una falta grave como las de Erbrard, el hermano de Leonel Godot o el ex
gobernador de Baja California Sur Narciso Agundez.
Pero AMLO está en la mira de grandes intereses como para
andar caminando por la vida con un desparpajo cobijado por la frase de un poeta.
Su plumaje es de los que no mancha el lodazal del pantano. La cagada, diría la
culterana Mariana Gómez del Campo.
Enrique Peña Nieto y Amdrés Manuel López Obrador, sin el
protagonismo inútil de Josefina que piensa que con correr de su campaña al impresentable
Juan Molinar ya le quitó el desprestigio a doce años de corrupción e
ineficiencia panista, deben poner sus barbas a remojar.
Hacer deslindes cuidados, pero claros, de todos aquellos que
por sus propias acciones se han condenado a la banca política.
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