jueves, 29 de septiembre de 2011

Ferrer en el asunto del dólar.

ECONOMÍA Y POLÍTICA

MIGUEL ÁNGEL FERRER

El dólar es el ejemplo clásico

En las últimas horas el dólar estadounidense alcanzó un precio de 14 pesos. Llegó a ese nivel luego de recientes alzas y bajas entre los trece y los catorce pesos. Es probable que suba un poco más. Y también hay posibilidades de que esa cotización baje un poco en los próximos días. Pero si se estudia el comportamiento de la divisa de Estados Unidos en los últimos años podrá verse que existe una evidente tendencia al alza. Este es el típico comportamiento de cualquier mercancía en un contexto económico de inflación monetaria.

Cuando en el régimen usurpador de Salinas de Gortari se le quitaron tres ceros al peso y se creó el nuevo peso (vigente hasta hoy), el dólar se cotizaba en algo más de tres pesos. Digamos entonces que en el lapso de aproximadamente veinte años el dólar multiplicó su precio por cuatro. O, dicho de otro modo, el peso se devaluó en 400 por ciento, algo así como 20 por ciento por año.

Esta tendencia al alza en el precio del dólar es la misma que siguen las demás mercancías. El oro, por ejemplo. Hace cinco años, en julio de 2006, el emblemático centenario costaba 8 mil 800 pesos. En febrero de 2011 ya se cotizaba en 20 mil pesos. Y ayer jueves 22 de septiembre tenía un precio de 29 mil 500 pesos.

Otra divisa, el euro, costaba hace cinco años algo más de 14 pesos. Y ahora, un quinquenio después, ya se cotiza en 19 pesos, una devaluación del peso de 35 por ciento en cinco años, lo que significa una devaluación anual del siete por ciento.

El panorama es el mismo si pasa uno de las divisas o del oro a otras mercancías. Hace algunos meses decía yo en estas mismas páginas que “la inflación es una constante de la economía capitalista, y que los precios de las mercancías están signados por la globalización: suben en México y suben en cualquier parte del mundo”.

Y agregaba yo:habrá quien diga, desde luego, que la historia de los precios demuestra que éstos suben y bajan. Cierto. Muy cierto. Pero esas oscilaciones están marcadas por una tendencia, también histórica, hacia el alza. A veces baja el precio del maíz, del frijol, de una corbata. Pero la tendencia es al alza. Siempre. En 1971, el automóvil más pequeño y vendido en México costaba 21 mil pesos. La última versión de ese coche, hace diez años, costaba 75 mil pesos. Y un carro equivalente a aquel alemán cuesta ahora mismo (en 2011) alrededor de cien mil pesos.

En materia de precios, lo que cuenta es la tendencia. Y la tendencia, siempre, es al alza. Por eso no puede a uno sorprenderlo el comportamiento reciente y actual del dólar. Hace unos siete meses, en febrero de este año, las autoridades hacendarias y del Banco de México se ufanaban del éxito económico que significaba un dólar barato, un dólar que se cotizaba en menos de doce pesos.

Al comentar ese supuesto éxito, yo decía en estas mismas páginas que “si el rasgo esencial de los precios es la tendencia al alza, lo esperable en el caso del dólar es que muy pronto vuelva a subir de precio. Muy pronto quiere decir unas semanas o unos pocos meses. Pero no hay duda de que su precio se irá para arriba”. Siete meses después, ahora, en septiembre de 2011, se cumplió la previsión.

No es cuestión de taumaturgia. Ni de erudición económica. Sólo es cosa de observación. En un contexto de inflación (y no hay otro) los precios siempre van al alza. Y el del dólar es el ejemplo clásico.

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