martes, 20 de diciembre de 2011

Juan Ramón de la fuente y López Obrador

JUAN RAMÓN DE LA FUENTE Y EL GABINETE DE LÓPEZ OBRADOR.
José Luis Camacho Acevedo.
Cuando Juan Ramón de la Fuente era Secretario de Salud en el gobierno de Ernesto Zedillo, lo invité a comer con Don Pancho Galindo Ochoa.
Dejé que el más dinosaurio de los dinosaurios priístas hablara largo con el doctor De la Fuente. Luego Don Pancho, colmillo retorcidísimo, dejó que se expresara quien después sería el mejor rector de la UNAM del 68 a estas fechas.
Y lo fue no solamente por sus méritos académicos que lo hicieron entender perfectamente el sentir de la comunidad universitaria, y la fracción agrupada en el CEU, donde cohabitaban especímenes tan heterogéneos como el Mosh o la ahora peñista Rosario Robles, sino porque demostró una visión universal de la sociedad que hoy lo tiene convertido en un líder de excelencia en el contexto latinoamericano de las universidades.
Don Pancho caló a Juan Ramón de la Fuente en la rapidez de sus respuestas a preguntas políticas y en sus expresiones de carácter social.
Terminó la comida, el secretario De la Fuente nos acompañó hasta la oficina de Don Pancho y se despidió de nosotros.
El dinosaurio más sabio de todos, me dijo en seco: “Este puede pelear. Métalo al PRI, dígale que yo le trabajo su llegada. Hay que ayudarle al presidente a encartar la baraja”.
Después nos platicó nuevamente a Don Pancho y a mí, que en un lance de debate estudiantil con Emilio Chuayffet, él, De la Fuente, le había dicho al protagónico político mexiquense lo siguiente: Emilio, un día tú y yo contenderemos por la presidencia de México. Tú por el PRI y yo por la sociedad civil.
Concluyó con una reflexión precisa: Ellos no me dejarán llegar, pero habrá un tiempo en que la sociedad se imponga a los intereses de grupos y camarillas.
Meses después, destapado Francisco Labastida como candidato presidencial y ya siendo Juan Ramón de la Fuente Rector de la UNAM, José Antonio González Fernández me dijo que a Ernesto Zedillo le había parecido acertado el acercamiento de Juan Ramón a Don Pancho Galindo.
El ex rector jamás sobrerreaccionó a la posibilidad del poder. Realizó un trabajo impecable al frente de la UNAM y se proyecto como una figura paradigmática de lo que es un verdadero representante de la sociedad civil.
No solo se preocupó por el desarrollo de la educación y de la ciencia, tema que compartía grandes ratos con su entrañable amigo René Drucker, su preocupación por el futuro de México fue manifiesta en discursos, desplegados a favor de la justicia en México y solidaridad con causas sociales de gran envergadura.
Ese perfil de funcionarios es el que seguramente busca Andrés Manuel López Obrador para integrar su gabinete en el supuesto nada remoto de que triunfe en los comicios de julio de 2012.
Quien haya dicho o se haya preguntado que con quién gobernaría el líder de MORENA de verdad tiene una venda en los ojos. López Obrador, igual que Enrique Peña, son las opciones de cambio en México.
Y yo consideró que ambos guardan en segura secrecía su lista real de los que serán sus compañeros de viaje en caso de resultar electos presidente de México.
Por supuesto que con Peña o López Obrador se sumarían los mejores mexicanos en cada una de sus especialidades. Y además los que hayan demostrado la convicción de que el país se está desangrando, literalmente por una parte con la guerra fallida contra el narco, y económicamente con su estrategia de capitalismo dependiente generando más pobreza en miles de compatriotas y estén dispuestos a detener el aniquilamiento al que nos está condenando la forma de gobernar del docenato panista.
Hace poco Fausto Alzati me dijo al planear un capítulo del libro que trabajamos juntos: El país solo se salva generando crecimiento pero con estabilidad y solo Peña o AMLO lo entienden. Y creo que tiene razón.
Por eso a López Obrador seguramente le sobran opciones para integrar un gabinete profesional, comprometido, nacionalista y conocedor de nuestra realidad.
Y nadie, sino un necio, puede negar lo evidente.

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