Viernes 20-I-12
ACTA PÚBLICA
Claudia Rodríguez
La otra cara de Einstein
La mañana de ayer escuché que la candidatura panista de Isabel Miranda de Wallace por la jefatura del Distrito Federal, se explicó a los azules de cepa y aspirantes a esa designación, con el argumento de que gane o pierda Miranda de Wallace, ella sola aportaría a la elección federal, al menos un millón de votos.
Casi al mismo tiempo, leí sobre el grado de misoginia del científico Albert Einstein. Existen documentos en donde se demuestra cómo trató a su primera esposa, a quien por escrito le impuso reglas de conducta que ejercían más que autoridad sobre ella, violencia.
Mileva Maric también fue científica, y la correspondencia que se cultivó entre ella y Einstein desde su noviazgo, demuestra la participación activa y el trabajo de la parte femenina, en la archifamosa teoría de la relatividad.
Y si en su momento Einstein no le dio crédito a Maric, era ocioso esperar que posteriormente se hiciera, en un mundo en donde el poder, el dinero y hasta la inteligencia se asocian de forma común, con el sexo masculino.
¡Qué tal! que los biógrafos refieren que al estudiar ambos la carrera de física en el Instituto Politécnico Federal de Zurich, juntos hacían sus tareas y estudios, pero era ella la fuerte en matemáticas al grado de darle clases a Albert Einstein.
Cuando novios, el científico reconocido hasta nuestros días, daba crédito a Mileva llamándola colega y discutiendo con ella lo que él llamaba "nuestra teoría", que no era otra más que la de la relatividad.
Pero Mileva, luego de casarse con el afamado científico, dejó los estudios. Primero tuvo que cuidar a una hija que al final murió y más tarde a otro pequeño que nació con retraso mental. ¿Quién lo diría?
El caso es que Einstein, sí terminó sus estudios, consiguió un puesto académico y al concluir la teoría de la relatividad, nunca le endosó crédito de los estudios e investigaciones –por menores que fueran--, a la inteligente Mileva Maric.
Esa práctica misógina, aún no se aparta de nuestro mundo y eso me lleva a pensar que en el caso de Isabel Miranda de Wallace, como en el de "las juanitas", la historia del mundo de la academia y de la ciencia Mileva-Einstein, se repita en Isabel-Ernesto.
En una carta que Mileva Maric dirige a su amiga Helene Kaufler le informa satisfecha del logro alcanzado: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido" y así fue.
¿Por qué hoy en día se presta a una farsa política la señora Isabel Miranda de Wallace? Ahora perdió lo que había ganado, credibilidad y aquí, no fue fortuita la misoginia, ella la buscó.
Acta Divina… Las reglas de conducta que Albert Einstein le impuso por escrito a la Mileva Maric: “A. Te encargarás de que: 1. mi ropa esté en orden, 2. que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación, 3. que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo. B. Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales. En especial no solicitarás que: 1. me siente junto a ti en casa, 2. que salga o viaje contigo. C. Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo: 1. no deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello, 2. deberás responder de inmediato cuando te hable, 3. deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga. D. Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho.”
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