Opinión de
(David Gutiérrez Fuentes)
La ley SOPA y el acotado apagón digital
David Gutiérrez Fuentes | Opinión
2012-01-19 | Hora de creación: 00:54:46| Ultima modificación: 00:54:46
El discutido, por sus sigla en inglés, proyecto de ley SOPA (Stop Online Piracy Act) promovido en el Congreso norteamericano por legisladores conservadores, ha dividido las opiniones. Aunque los usuarios de internet, estoy seguro, estamos en su mayoría en contra de esta propuesta, vale la pena reflexionar en lo que representa una disputa que trasciende lo legal y en la que, de momento, debido ciertos enfoques coyunturales, pareciera que se está discutiendo simplemente un aspecto normativo relacionado con la libertad de expresión y los derechos de autor. Sin embargo no es así, el problema va mucho más allá, es complejo, como buena parte del mundo contemporáneo que tenemos que aprender a entender de formas menos simplistas y maniqueas.
La polémica legaloide en torno a la ley SOPA es hasta cierto punto secundaria, lo ilustrativo de este desencuentro es que nuevamente podemos observar, de manera muy clara, la brecha que se va ensanchando entre dos modelos dominantes de transmisión y difusión del conocimiento (o de la información, si usted lo prefiere). Aunque son burdos, estos ejemplos pugilísticos a veces resultan ilustrativos. En una esquina del cuadrilátero tenemos a internet, el multimedio que ha disminuido, recuperado, potencializado y combinando a los medios de información “tradicionales”, particularmente a la prensa y la televisión, pero también a la radio así como a la telefonía fija y celular; internet, el medio polidireccional que convirtió en profeta a McLuhan y lo puso nuevamente en las citas y los nombres de las tesis de los investigadores de comunicación. En la otra esquina, disminuidos y algunos reinventándose para no desaparecer, están los medios que quieren preservar los cotos hegemónicos que tuvieron durante el Siglo XX y que internet definitivamente les arrebató.
Leslie Daigle, directora de tecnología de Internet Society, un agrupación multirregional que tiene veinte años estudiando el desarrollo de internet desde varios ángulos de trabajo, escribió muy atinadamente a propósito de la Ley SOPA que resulta una desmesura combatir con procedimientos tecnológicos un problema cuyas raíces no son de naturaleza tecnológica.
La arquitectura de internet, su crecimiento exponencial y lo que se ha dado en llamar de manera burda como “piratería”, no puede reducirse a un asunto de bloqueos discrecionales de dominios o direcciones DNS. Como explica Leslie Daigle, el bloqueo a un artículo de Wikipedia mediante el sistema de filtrado contemplado por SOPA, estaría bloqueando millones de artículos de esta enciclopedia que, con todo y sus fallas, es un ejemplo encomiable de difusión libre y participativa del conocimiento que tiene que ser gratuito y global.
Murdoch opina lo contrario. Como buen zorro astuto no se mete con Wikipedia sino con uno de los motores de búsqueda que nos llevan a ella y comenta sin titubeos: “El líder de la piratería es Google, que permite reproducir por streaming (es decir desde la llamada nube) películas gratis [y] vende anuncios sobre ellas”. El propietario de News Corporation abrió una cuenta en Twitter, compañía opuesta a SOPA, y se le ha visto muy activo defendiendo anquilosados modelos de comunicación a través de sus tuits.
Pero, cuidado, el hecho de que compañías como Google, Facebook o Twitter (lugar aparte para Wikipedia), se opongan a la ley SOPA porque los flujos de información se verían seriamente afectados si entrara en marcha en los términos planteados, no implica que esos monopolios sean la panacea de una verdadera sociedad del conocimiento. Son herramientas, punto. Y, ojo, no siempre moldeadas por los usuarios. La tecnología no es neutra. Google prioriza las búsquedas a partir de criterios misteriosos pero que cada vez se encuentran más relacionados por lo menos con dinero, Facebook, lo dijo Assange, es la creación de un individuo que ya lucró con los datos de sus usuarios y a Twitter se le ha acusado más de una vez de “colaboracionista”. El que por razones coyunturales estos monopolios se encuentren en esta polémica del lado de la libertad de expresión, no debe cegarnos al grado de convertirnos en sus panegiristas.
dgfuentes@gmail.com
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