domingo, 15 de enero de 2012

DOMINICAL DE JOSÉ LUIS CAMACHO: EL ENGAÑO DE LOS DEBATES.

DOMINICAL
José Luis Camacho Acevedo.
LOS DEBATES: UN BURDO ENGAÑO A LOS ELECTORES MEXICANOS.
¿Qué gana la sociedad convertida en electorado como orientación para decidir su voto después de ver o escuchar un debate entre precandidatos de un partido?
Simplemente nada. Y es así porque los debates en México se han convertido en mascaradas, en “peleas arregladas” para que ninguno de los políticos que debaten salga lesionado o tenga qué dar explicación alguna de el porqué sus propuestas de gobierno no las realizó cuando fue funcionario (que es el caso del 99% de los aspirantes a la presidencia de la república o a las gubernaturas de los estados que celebrarán en julio próximo elecciones para los mismo) y lo viene haciendo hasta ahora en que la sociedad sufre las consecuencias de sus deficientes pasos por la administración pública.
Fue un ridículo ver el “debate” entre los aspirantes de las izquierdas al gobierno del Distrito Federal.
Quién se la va a tragar que un psicópata como Gerardo Fernando Noroña, violento por su patología mental que lo hace ser agresivo por naturaleza; en el debate se convierte en un político lleno de mesura para exponer sus propuestas y respetuoso con sus competidores.
En ese debate, como se dice en el argot del bajo mundo del boxeo, hubo “TONGO” (que equivale en política a celebrar una pelea simulada, pactada para que gane uno de los competidores o no se agredan con la finalidad de no exhibir la naturaleza de su última realidad). Es decir, un engaño al público, en este caso al electorado.
Bien decía el Dr. Luis Carlos Ugalde en una entrevista que le hicimos hace cuatro años, poco antes de fuera a Washington como profesor invitado de prestigiosa universidad de ese lugar, que el debate político se define por la calidad y pertinencia de las propuestas y no por la capacidad de injuria de los debatientes.
¿Para qué vamos a ver o escuchar un debate pactado entre los aspirantes panistas a la presidencia de la república?
Un debate que por lo demás será a las escondidas. (Para seguir el estilo calderonista que tuvo su expresión máxima en la inauguración secreta de La Estela de la Luz)
No será, hasta donde se ha publicado, transmitido por medios de comunicación electrónicos en espacio abierto, la radio y la televisión. Las vías para que los electores conozcan las propuestas de Josefina Vázquez Mota, el nacido para perder de Ernesto Cordero o el precandidato testimonial Santiago Creel, serán por internet y algunas emisores de sistemas cerrados de televisión.
Lo que ha dicho Cordero de Josefina ha resultado más revelador que lo que probablemente ocurra en el debate del martes 17.
Cordero ha calificado a su compañera de mentirosa, se habla de que el equipo corderista fue el que divulgó las propiedades de Josefina que la convierten en una rica inexplicable.
Por su parte el equipo “josefinistas”, encabezado por el impresentable Antonio Solá, el Maquiavelo de España (que nos perdone el florentino, pero este Solá de Maquiavelo no tiene nada, es un simple difamador con dinero para circular sus denuestos a profusión en los medios, “López Obrador es un peligro para México”) es quien ha circulado todas las irregularidades y los malos manejos que beneficiaron económicamente a Ernesto Cordero a su paso por SEDESO y sobre todo por Hacienda.
Veremos qué pasa en los debates cuando ya existan candidatos presidenciales oficiales. Seguirán tal vez las simulaciones. O, pálidamente, se externarán críticas a las acciones políticas y de administración pública de los debatientes. Parece que el tiempo de los debates pasó en México a mejor vida. Ya dejaron de ser, en esencia, el ejercicio de orientación al electorado que debería ser su móvil original y único.
Para mayor decepción de los electores mexicanos, seguiremos comparando los debates entre precandidatos republicanos en Estados Unidos y posteriormente entre Obama y el vencedor de la contienda interna del partido del elefante.
Pero así se las gastan los políticos mexicanos. Acaban con todo en aras de satisfacer sus ambiciones personales.

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