EL OTRO SENDERO: LOS CAMINOS TORCIDOS DE CALDERÓN.
José Luis Camacho Acevedo.
Al llegar la alternancia en el año 2000 México vivió apenas un año de esperanza.
El bono democrático que se ganó Vicente Fox sacando al PRI de Los Pinos con una promesa de cambio total en la forma de gobernar, fue muy generoso por parte de la sociedad.
Parecía inagotable.
Esperó la sociedad un año a que el ex presidente panista empezara a funcionar de acuerdo a sus ofertas de campaña. No lo hizo y el bono se agotó cuando apenas se iniciaba su segundo año en la presidencia.
Pero Vicente Fox le apostó a su seguridad personal y a tener un escenario personal para seguir creyendo que sus ideas eran influyentes en todos los gobiernos del mundo. (Su fortuna personal acumulada en seis años de gobierno y el Centro Fox)
Por eso le importó más asegurar su patrimonio que convertir su gobierno en un ejercicio de transformación nacional. Y dejó que sus hermanos, esposa, hijos e hijastros lo hicieran también, aunque ellos procedieron de manera burda y llenos de una ambición sin límites.
Pero Fox respetó a su partido cuando Santiago Creel perdió frente a Felipe Calderón. Y posteriormente le ayudo a quien no era su candidato a que le escamoteara el triunfo a Andrés Manuel López Obrador con un increíble 0.4% de ventaja.
Fox se dejó llevar en lo económico por Francisco Gil Díaz y Guillermo Ortíz. Ambos personajes son reconocidos financieros mundiales, de extracción priísta pero bien cooptados por el folclórico exmandatario.
En sus relaciones Exteriores inició con Jorge Castañeda como Canciller y en el momento en que llegaron los desacuerdos por las impericias diplomáticas de Fox (Fidel, comes y te vas) Castañeda fue muy responsable hasta dejar a Pedro Cerisola una ruta que le ayudó enormemente a desempeñarse en un cargo en el que no tenía experiencia.
Fox siempre dejo entrever su miedo a la responsabilidad de ser presidente (Y yo porqué?). Pero nunca descuidó a pesar de ello manejarse en los límites de lo tolerable.
No existió nunca congruencia entre su discurso y sus hechos de gobierno. La condena que se llevó al catalogarse como un mandatario improvisado, que apenas pudo salir de dislates como el “José Luis Borgues” y otros que son inolvidables. Pero jamás se metió en problemas de su seguridad personal con nadie.
A su campechana y campirana manera, Fox alcanzó a salir sin sangre, con corrupción sí, de Los Pinos.
Felipe Calderón en cambio ha sido un presidente obstinado. Esa actitud le ha costado perder las grandes diferencias ideológicas, profesionales y culturales que tiene con su antecesor.
El actual presidente escogió otros senderos.
Caminos que hoy lo tienen al borde de un colapso político, económico y de seguridad. Los muertos de Zitácuaro ayer, son una evidencia más de que el crimen organizado ya domina gran parte del país. Simplemente, apenas ocho días de iniciado su año final de gobierno, Calderón recibe el trágico mensaje de que la violencia no va a parar.
Se empeñó en mantener a Agustín Cartens en Hacienda cuando este financiero, con buenas prendas en la materia, no tenía un asesor de nivel cercano a él. Y el presidente, y ninguno de sus colaboradores que podrían haber cumplido el papel, fueron capaces de hacerlo.
Javier Lozano, Luis Téllez, la cascada de ineptos secretarios de economía que ha tenido, los desatinos de los directores de la banca de desarrollo, no pudieron con el paquete de hacer un equipo que cobijara a la economía nacional de los “catarritos” que nos están dando las crisis de Estados Unidos y de la Eurozona.
Si en seguridad seguimos el ritmo creciente de la violencia. En la economía continuamos descendiendo de manera dramática. No habrá el crecimiento necesario para generar los empleos que se requieren para el 2012. (Cartens dixit)
Y en materia de principios, ideologías e inclusión profesión de fe (dice el periodista Francisco Rodríguez que hay versiones de que Felipe Calderón y su esposa ya son conversos del catolicismo al cristianismo) el presidente se sigue mostrando cegado por su actitud.
Calderón sigue en sus caminos torcidos con obstinación.
Para él no hay corrupción. La Estela de la Luz es un símbolo de su gobierno que nada tiene que ver con el orgullo de los mexicanos.
Para él la guerra contra el crimen organizado se va ganando. La masacre de Zitácuaro ayer fue un enfrentamiento entre carteles enemigos. Y muchos concluyen que ese combate feroz entre bandas criminales obedece a que el Chapo Guzmán está protegido por el gobierno. En consecuencia la violencia que se da entre esos grupos inhumanos y despiadados, la genera el gobierno con su presunta parcialidad. El mensaje que manda a través de los medios reza “Se han capturado a los principales capos “sin distingo alguno”. Nadie le ha pedido esa explicación abiertamente y sin embargo el presidente asume que la sociedad piensa que sí hay protección para alguna organización criminal.
Peligrosos los caminos torcidos que sigue el presidente Calderón.
No tiene ya tiempo para dar un golpe de timón que lo salve de la condena popular. Tiene apenas, ya lo dijimos, el espacio para arreglar su salida, que, aunque muchos pensaron que nunca se daría así, es mucho más riesgosa que lo que fue la de Vicente Fox.
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