sábado, 21 de enero de 2012

Opinión de Rafel Loret de Mola. El Terrorista Solá y su plan en México.

El proyecto de Solá

Rafael Loret de Mola / Vanguardia
rafloret@yahoo.com.mx

Antonio Solá, el genio del marketing político, sin escrúpulo alguno, importado de España y ahora nacionalizado mexicano –por decisión unilateral de Felipe Calderón–, para blindarlo naturalmente, ha sido señalado con frecuencia por este columnista, sobre todo luego de su irrupción en La Laguna en donde no sólo apoyó lateralmente al senador Guillermo Anaya, compadre del mandatario federal, sino labró la manera de hacer sus propias auditorías sobre el gobierno de Humberto Moreira para destroncarlo. Lamentablemente, para los priístas, había mucha cola detrás.
Algunos amables lectores se las han ingeniado para comunicarse conmigo, pese al aislamiento cibernético que me ha querido imponer la Secretaría de Seguridad Pública, para preguntarme por qué tengo “tanta fijación” por el personaje nombrado y a quien, por mi parte, ya investigo muy de cerca. La razón es muy sencilla: su labor en México para asegurar la continuidad política en 2006 fue importantísima y se propone hacer otro tanto de cara a los comicios del inminente 2012. No es poca cosa haber sido el autor de la célebre “campaña negra” contra Andrés Manuel López Obrador luego de haber estudiado, al dedillo, todos sus defectos. Cuando lo tuvo en sus manos, comenzó la andanada que no se detuvo hasta la asunción presidencial de Felipe Calderón y la arrogante incredulidad de López Obrador quien no tuvo siquiera instrumentos para defender sus números si bien evitó, y tal debe reconocérsele, un conflicto poselectoral explosivo y posiblemente sangriento.
En esa ocasión, Solá basó su estrategia en dos puntos fundamentales: la descalificación del proyecto lópezobradorista por considerarlo temerariamente totalitario y, por ende, contrario a la tendencia universal en pro de las democracias occidentales; y la reiterada insistencia en señalar a Felipe Calderón como “el menos malo” de los postulantes ante la imposibilidad de darle carisma de líder o mostrarle como un visionario y carismático candidato.
Mientras se deterioraba Andrés Manuel, entre otras cosas porque se creyó tan seguro que desdeñó diversos foros de opinión al tiempo que por televisión se le parodiaba hasta el ridículo –por algo, tiempo después el grupo hispano PRISA se adueñó del principal de las acciones de la XEW–, Calderón parecía, pese a su color gris, ponderado y seguro. Hasta que se logró fijar la desventaja en una franja de un millón de votos. Lo demás fue cosa de los cuatro o cinco laboratorios regionales en donde fue factible alterar los números para trocar la voluntad del electorado.
El éxito de Solá le convirtió, sencillamente, en indispensable al grado de que fue invitado a habitar una de las cabañas de Los Pinos –en donde vivió Cristina Fox– como una especie de compensación personal –la pecuniaria fue muy alta, más allá de lo imaginable, lo que también estamos a punto de averiguar-, y para intentar convertirlo en una especie de eminencia gris como lo fue Joseph-Marie Córdova Montoya durante el salinato trágico. Los supuestos antagonistas políticos, como en las leyes de la física, se tocan por los extremos.
Desde entonces, y pese a las canonjías obtenidas en México, Solá no ha parado de viajar tratando de orientar el rumbo de diversas elecciones en las que sus contratantes por lo general ganan. Recientemente pasó por Guatemala y Haití en donde le alcanzó un grupo de panistas muy bien seleccionados para aprender las nuevas reglas de la alquimia moderna de manos de su creador. Y allí fue donde les dijo, solemne y muy convencido:
--Para México ya tengo un plan infalible. Ya lo verán. No deben preocuparse demasiado por la gran ventaja de Enrique Peña. Es remontable.
Y, claro, comenzaron los tiros. Desde luego, los panistas alegan, por ejemplo, en el caso Moreira, que los hechos están allí y nadie los inventó sin percatarse que, para infortunio de los mexicanos, conductas semejantes se observen en el gobierno federal y bajo administraciones con otros signos partidistas. No es justificación, de ninguna manera, sólo sentido común. ¿O vamos a olvidar el falso “blindaje” de Agustín Carstens ante la oleada recesiva mundial? ¿Y el desprecio del señor Cordero por contratar deuda, externa e interna, hasta sumar más de 392 mil millones de dólares?
En el colmo del cinismo sus defensores insisten en que ahora se deben “dolaritos” y no los dólares, más fuertes, que suscribió López Portillo. Cuantas veces he escuchado este argumento baladí he respondido que, entonces, también son dolaritos los cerca de 140 mil millones de dólares que el gobierno mexicano mantiene como reservas récord y por los que presume de solvencia por extender garantías a los grandes acreedores del país. Valen igual, en todo caso, y la desproporción es tremenda así se trate de menguar, en lo oscurito, los saldos actuales con reducciones importantes pero aún inmanejables en términos de eficiencia. Recuérdese que de mayo a octubre de este año, sin publicidad de ninguna especie y coincidiendo con la separación de Ernesto Cordero de la titularidad de Hacienda, se pagaron ¡ochenta mil millones de dólares!, por cierto el mismo monto que desfondó al régimen lópezportillista y al populismo irresponsable. Ahora se siguen debiendo más de 310 mil millones de dólares pero se presumen nuestras reservas como la gran panacea nacional. Una fórmula truculenta para la manipulación colectiva.
Tales son las enseñanzas de quienes como Solá, y más recientemente el catalán Xavi Domínguez –quien fracasó en Michoacán al lado de La Cocoíta y ahora quiere resarcirse–, han colocado sus propios pendones en la residencia oficial como lo hicieron, en el siglo XIX los invasores estadunidenses. De reconquista hablamos.
Debate. Antonio Solá, claro, ya ha dejado ver cuál es su estrategia para asegurar la victoria del candidato del presidente Calderón en los comicios de julio de 2012. Por lo pronto, los priístas están cometiendo, como calculó el hispano-“mexicano”, los mismos errores que en 2006 cometió López Obrador: minimizar los tremendos traspiés –muchos de ellos inducidos, esto es con conocimiento pleno de la vulnerabilidad del puntero de la justa–, de su candidato aduciendo que “sólo” se han perdido dos o tres puntos dentro de las preferencias generales tras los sonados traspiés culturales, sociales y misóginos de Enrique Peña, puesto en exhibición por las huestes del importado.
Las fórmulas de Solá son muy claras y sencillas de entender, conociendo su estructura mental:
1. Golpear a los antagonistas exhibiendo sus talones de Aquiles, esto es sus deficiencias culturales, su pobre o nulo conocimiento del inglés y su sorpresa ante interrogantes propias de la vida cotidiana.
2. Concentrar afanes en cuatro o cinco entidades priístas que puedan aportar millones de votos –digamos Coahuila, Veracruz, Tamaulipas, Nuevo León y Chihuahua–, además de algunas del sur en donde podría estar concentrado el capital político de la izquierda, para desestabilizarlas y así controlarlas políticamente, sea extendiendo el temor general o, de plano, inhibiendo a los votantes para que dejen los espacios libres.
3. Emparejar cartones, como en 2006, señalando hacia el “menos malo” aun cuando nadie hasta el momento, haya puesto en duda la rectitud de los postulantes del PAN. Pero en este punto puede darse la réplica: si quien resulte abanderado(a) del PAN no da la talla a la hora de confrontar la respuesta de sus rivales, entonces los momios podrían cambiar. De allí que Solá esté concentrado en los chantajes para asegurarse que sus defendidos no sufran el mal trago. Muertes imprudenciales o negligencias médicas, por ejemplo, circunstancias que emparejan a Peña y Andrés Manuel.
Los dados están sobre la mesa.
La anécdota. Resulta inexplicable que, con tantos aviesos políticos que están sólo pendientes de hacer fortunas, a ninguno, sobre todo en el seno del Legislativo, se le ha ocurrido denunciar las maniobras ilegales y turbias de Antonio Solá ni pedir explicación alguna por la entrega de la nacionalidad mexicana. ¿Tanto le temen?
Cuando pregunté al respecto a un distinguido priísta, éste me confió:
--Bueno, ni siquiera hemos armado un cuarto de guerra para contrarrestarlo. ¿O qué, acaso, Cordero o Creel o la misma Josefina, están, de verdad, libres de pecados?
El hecho concreto es que Solá suma y sigue...
Con Solá o no, la Secretaría de Seguridad Pública intenta mantenerme en el aislamiento cibernético. Ya van tres semanas.

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