martes, 26 de junio de 2012

Elecciones pacíficas en un México violento. Dice José Luis Camacho.


PARADOJA PANISTA: ELECCIONES PACÍFICAS EN UN PAÍS VIOLENTO.
José Luis Camacho Acevedo.
2 eventos terribles 2
Como rezaba la publicidad de los bailes de la primera mitad del siglo pasado, 2 grandes orquestas 2, al feneciente gobierno calderonista le ocurren, con diferencia apenas de 48 horas, dos eventos que derrumban totalmente, de una manera brutal, su ya de por sí débil credibilidad.
Después del “pancho” del trabajo de inteligencia de la Marina (o sea la DEA “el error fue de la DEA, dice la Marina, ellos nos dijeron que allí estaba el hijo de El Chapo”, publica La Jornada ayer) nacional e internacionalmente quién en sus cinco sentidos vuelve a creer en el discurso del régimen en relación a la eficacia e “indiscriminalidad” en el combate que realiza contra el crimen organizado?
Creo que pocos, o tal vez ya nadie.
Y a las pocas horas en que el gobierno tiene que desmentirse diciendo que no “era el hijo de El Chapo” el joven capturado en las goteras medianeras de Guadalajara”, la violencia desatada por la guerra mencionada reaparece.
El escenario fue una vitrina internacional: La Terminal 2 del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. En la zona de comida rápida se suscita un peligroso enfrentamiento entre presuntos delincuentes (narcos dicen) y policías federales en el que mueren tres agentes.
Empavorecidos los usuarios de la terminal internacional más importante de México, corren a esconderse donde pueden.
Y de inmediato las principales agencias  noticiosas del mundo dan cuenta del acontecimiento.
Carlos Mota, un especialista financiero respetado, dijo en su espacio de TV que “el incidente del aeropuerto afectaba desde luego el clima de la inversión internacional hacia nuestro país”. Palabras más, palabras menos, Carlos Mota habló ya de un balance negativo en la economía producido por la balacera ocurrida en la terminal aérea.
Pero bien, ese descrédito, urbi et orbi, de Calderón y el PAN en relación a su “guerra” es irreversible.
El análisis por ahora se centra en el ámbito de la elección presidencial del 1 de julio.
Lo que sorprende al mundo, más que la celebración de la primera elección democrática en toda la historia de Egipto prácticamente incruenta, es que en México estamos a poco más de cien horas de que los mexicanos concurramos a las urnas para decidir, también democrática y, hasta ahora, pacíficamente, al que será el sucesor de Calderón en la presidencia.
El clima de violencia de la guerra del PAN y de Calderón (los muertos del aeropuerto empiezan a pesar tanto en la imagen internacional como los 60 mil que les han precedido) le pesan al que será su sucesor. El cual inevitablemente saldrá de la alternativa entre el favorito Enrique Peña Nieto y su más serio competidor Andrés Manuel López Obrador.
Cualquiera de ellos será el heredero de los costos que produce el fracaso panista en el gobierno.
Porque el proceso electoral no está para nada alterado con esos dos penosos incidentes producto de la incompetencia del panismo gobernante.
Lo mas seguro es que el domingo próximo la jornada electoral no presente matices de intervencionismo del crimen organizado, menos en manifestaciones violentas.
La sociedad se comporta, no es una percepción personal, sino es una observación elemental de la realidad, madura y prudente ante los sucesos de Guadalajara con la captura del presunto hijo de El Chapo Guzmán y la balacera en el aeropuerto internacional de la ciudad de México.
Se ve tan inteligente el electorado mexicano, que atiende con mucho mayor interés al simulacro del PREP del IFE que afirma que a las 23.45 del 1 de julio se conocerán tendencias de quién puede ser el próximo presidente de México, que al amarillismo producido ya como imagen asimilada, de los muertos del aeropuerto o de la falla (¿) en la identificación del presunto hijo de El Chapo.
Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, únicos posibles ganadores en ese orden de posibilidades, para mí, de la elección presidencial del domingo, hacen bien en construir ya desde ahora el escenario de la transición.
Eso lo pedimos los mexicanos de muchas maneras.
No recibirán una perita en dulce.




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