viernes, 30 de septiembre de 2011

Acapulco en el terror. Claudia Rodríguez

30 Viernes 30-IX-11

ACTA PÚBLICA

Claudia Rodríguez

¡Ay Acapulco! ¡Cuánto te extraño!

Esta semana recibí una invitación para ir al bello puerto de Acapulco, Guerrero y me negué. Sé que las explicaciones a mi negativa no convencieron al convidador. Pero lo más grave es que ni a mí misma.

La cercanía que tenemos los capitalinos con ese espacio en donde la bahía es el principal atractivo en muchos sentidos, nos permite que este puerto guerrerense forme parte de nuestras vidas de manera cotidiana.

Pero ahora, pese a la cercanía geográfica y en tiempo, Acapulco se ha alejado de muchos de nosotros por el factor violencia.

Mas también es una realidad que para otros más, Acapulco es el de siempre. Sus playas, sus hoteles, sus restaurantes, sus tiendas y antros de todo tipo.

Recuerdo que planear un fin de semana en Acapulco aún con hijos pequeños era excitante, y más, disfrutarlo a pesar del regreso dominguero y tortuoso.

Cualquier “puente” vacacional se podía acomodar de manera perfecta en cualquier rincón de la bahía acapulqueña. No importando que en las estancias anteriores se hubiesen presentado contratiempos de horario, tráfico, pérdida de equipaje o costos inflados. Nada podía borrar la sensación de ver y sentir Acapulco.

Pero ahora a mí me sucede lo que otros tantos comparten.

En primera instancia, la autopista del Sol o la carretera libre hasta el más sofisticado puerto de Guerrero, es un primer peligro que hay que cruzar con cautela y suerte. Las reservas empiezan con el horario: Nunca de tarde noche.

La estancia debe ser también limitada en espacio y programa. Se recomienda no moverse del lugar de hospedaje, ahí realizar la mayoría de las actividades y evitar el bullicioso y espectacular Acapulco de noche.

Yo tengo más de dos años de no pisar suelo guerrerense. Lo he descartado de mis viajes de asueto por no exponer a la familia a un escenario violento que se reseña, se platica y que es una realidad. Sin embargo, como quien me convida a regresar, él dice que no pasa nada pese a que si pasa. Me explica que sí hay tiroteos, muertos, descabezados, desmembrados, mantas, sirenas de patrullas y ambulancias pero que nada tienen que ver con el paseante.

Y tras esta catarsis escrita, ahora sé que podría ser más explícita en mis argumentos para no ir a Acapulco.

Me resisto a aceptar como normal a los muertos, la sangre y las disputas en el entorno, como si no nos afectaran, ni tuvieran que ver con nosotros. Me da pánico enfrentarme a la violencia y seguir como si nada.

Pero también siento el miedo normal y muy humano de ser parte de los heridos o muertos que no tenemos nombre en esta “guerra contra el crimen”.

¡Ay Acapulco! ¿Cuánto te extraño?

Acta Divina… En Acapulco, Guerrero, avanzan los trabajos de logística de los operativos de seguridad en los que participarán la Armada, el Ejército y la Policía Federal, en tanto los muertos, decapitados y heridos se cuentan día a día.

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