lunes, 7 de noviembre de 2011

Modernidad y sociedad

Modernidad y sociedad

Sergio Gómez Montero

gomeboka@yahoo.com.mx

Desde hace tiempo, la modernidad como práctica y concepto ha sido objeto de polémicas diversas, en donde por ejemplo Zygmunt Bauman ha sido un impulsor crítico tanto del concepto como de la práctica, a partir de su concepto de modernidad líquida, que trata de ir un poco más allá de la posmodernidad, argumentando que aún hoy domina en nuestros sistemas sociales la modernidad (con nuevos ropajes, si se quiere) y que, hasta hoy, no hemos logrado salir de todo lo que ella implica.

Esa polémica, remota, se actualiza hoy sensiblemente, cuando dos concepciones de sociedad se enfrentan en el campo político del país con miras a los comicios del año entrante. Por un lado, hay quienes se inclinan por lo que denominan explícitamente inscribir a la mexicana en el ámbito de las sociedades modernas, a las que identifican con sociedades con un alto desarrollo económico, que a nivel mundial no son más de doce, al margen de lo que ese alto desarrollo y esa modernidad implican. Por el otro, hay quienes (pocos realmente) pensamos que el problema no radica en si la nuestra es y debe seguir siendo o no una sociedad moderna, sino en la urgencia de que ella se convierta en una sociedad más justa, más libre, más participativa, al margen de que ello implique alejarse de los parámetros que hoy rigen a la modernidad.

Sin duda, entre ambas concepciones de sociedad hay principios que se contraponen los unos con los otros y que son irreconciliables. Mas en ambas se manifiestan sectores, unos, cuyas posiciones son más blandas, otros, cuyas posiciones se tornan más ortodoxas.

Así, entre quienes pugnan por una sociedad más moderna para México en el 2012, se alinean los dos precandidatos del PRI (Peña Nieto y Beltrones) y los tres del PAN (Creel, Cordero y Vázquez). Pero no sólo ellos, también allí se ubican los “coalicionistas”, quienes se abren como un abanico que incluye a políticos del PRI, del PAN y PRD (destacando Marcelo Ebrard, quien no en balde fue invitado por Cordero para incorporarse a su equipo) y un amplio número de intelectuales “light”, que no se sienten a gusto con la sociedad actual, y proponen modernizarla” un poquito.

Quienes no creemos ya en las sociedades modernas y pugnamos por otro tipo de sociedad nos inscribimos en dos grandes grupos. Uno, quienes le siguen apostando todo aún a lo electoral como vía para alcanzar tal tipo de sociedad diversa. Dos, quienes creen que lo electoral ya no es vía para alcanzar esa sociedad más justa, libre y participativa, pues actualmente lo electoral no es sino el freno que la sociedad moderna aplica para que ella no cambie.

Como sea, pero no podemos negar, como escribe Bernard Beckett, que “Una sociedad que teme el conocimiento es una sociedad que se teme a sí misma”. ¿No será ésa acaso la premisa que sustenta en el presente a las sociedades modernas… y será lo mismo en el futuro?

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