Utopía
Un fraude electoral es posible
Eduardo Ibarra Aguirre
Durante semanas la
ciudadanía es objeto de un bombardeo propagandístico encabezado por el duopolio
de la televisión y el oligopolio de la radio, teorizado por la mayoría de los
intelectuales a su servicio, sobre la necesidad de que los candidatos presidenciales
acaten los resultados electorales cuando aún se ignoran cómo se producirán y
procesarán éstos. El destinatario evidente es el candidato del Movimiento
Progresista, y lo ostentan.
En Utopía se comentaron acciones y
omisiones del Instituto Federal Electoral, el Congreso de la Unión, el Anpri (antes PRIAN), el Consejo Coordinador Empresarial y un largo etcétera.
El doctor Raúl Carrancá y Rivas explica el peligro con gran claridad y,
por ello, le comparto buena parte de su columna El Agua del Molino (21-VI),
publicada en los diarios de la Organización Editorial Mexicana:
“No es un fantasma y quien lo diga desconoce la realidad. No importa que se
hayan hecho muchos e importantes esfuerzos para robustecer el sistema electoral
mexicano. Todo abogado sabe que cualquier persona física o jurídica, llamada
moral, no importa su tamaño o relevancia, es susceptible de ser víctima o
sujeto pasivo de un fraude. Tan es así que el propio Código Penal Federal
contempla esa posibilidad en sus artículos 405 y siguientes, imponiéndosele al
infractor penas muy severas. Y otro tanto acontece en el Código Federal de
Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).
“Es ingenuo suponer que
por aquellos esfuerzos a los que me he referido, no se pueda cometer un fraude.
Desde luego lo deseable es que no se incurra en él.
“En tal virtud el
próximo día primero de julio habrá que vigilar (…) el proceso se lleve a cabo
de manera impecable. Sin embargo, ¿cuántos mexicanos votaremos? El padrón
electoral tiene registradas a más de 84 millones de personas, lo que representa
más del 74 por ciento de la población total del país pues somos más de 112
millones.
“¿Alguien cree posible
que con esa filtración impresionante de individuos, se haya construido una
maquinaria perfecta para evitar el fraude? Es muy difícil. Aunque otra cosa,
insisto, es lo deseable. Así mismo que el discurso oficial, el de los partidos
y candidatos, invita constantemente a evitarlo y denunciarlo llegado el caso.
¿Cuál fantasma, entonces? No es denunciable lo inexistente. Y si lo es será
como el del padre de Hamlet, harto visible. Esperamos que no se lo cometa, lo
deseamos, y hay que crear conciencia al efecto.
“Ahora bien, lo notable
es que en un panorama así se convoque a un pacto de civilidad para aceptar los
resultados, mismo que ha sido suscrito por todos los candidatos. Lo señalo con
especial interés porque se ha divulgado en la opinión pública que cualquiera de
ellos, y en especial Andrés Manuel López Obrador, deberá admitir sin protesta
los resultados; insistiéndose al respecto en que lo importante y saludable para
la democracia mexicana es que transcurrida la jornada electoral, y conociéndose
aquellos resultado mediante un inmejorable procedimiento de información, no
haya alboroto postelectoral.
“Dichas y presentadas
así las cosas tal parece que hay un interés oculto para reconocer, sin chistar
siquiera, el triunfo del vencedor. Desde luego se entiende que una gran
movilización de protesta dañaría a la democracia y pondría en riesgo la paz.
¿Pero esto implica que se recurra a recursos y cuestionamientos legales?
Imposible. La ley está allí para que se la invoque y llegado el caso se
aplique. No hay la menor duda de que el pueblo habla mediante el voto. No
obstante el país cuenta con un Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, encargado por expreso mandato constitucional de avalar el proceso
electoral cuando haya serias dudas acerca de su cabal desarrollo. ¿Para qué
existe dicho tribunal? ¿Nada más cual figura decorativa incluida en la Carta
Magna como propósito solemne pero inútil?
“Evidentemente no.
Insisto, un fraude es posible aunque no deseable y la difusión de que ello no
podrá suceder parece el anticipo de algo oculto. Política, democrática y
constitucionalmente hablando de la elección del domingo culminará cuando se
sepa, dirimidos todos los recursos y por fallo inapelable del tribunal, quién
es el triunfador. Pero no es saludable, por anticipado, maniatar al elector o a
los partidos contendientes proponiendo que no tengan la menor duda sobre la
culminación del gran evento. Si los recursos de impugnación se hallan incluidos
en nuestra legislación, es precisamente para garantizar el buen funcionamiento
de la democracia en un estado de derecho.
“En suma, no se debe
confundir al pueblo, a la opinión pública, invocando por anticipado la
inexistencia de un posible fraude y comprometiendo a los actores del proceso
electoral en un pacto que les impida, si las circunstancias así lo reclamaran,
recurrir a la ley. La civilidad es saber vivir en sociedad y no se vive en ella
sin reglas y leyes. Pedir por anticipado que se renuncie a las mismas es tanto
como pedir que se renuncie a la verdadera democracia”.
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3 comentarios:
vamos con el pan! chepina y wallace!
esperemos de verdad que por nuestro bien quede el pan , porque el pri no puede ni debe volver
vamos con josefina, el pri no debe llegar!
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