domingo, 18 de septiembre de 2011

Calderón: un Presidente perdido en EU

CALDERON: UN PRESIDENTE PERDIDO EN ESTADOS UNIDOS.

José Luis Camacho Acevedo.

Cuando cubrí para El Economista la última elección que ganó Felipe González como candidato a Jefe de Gobierno en España, tuve otra vez la suerte de mi lado.

En el centro de convenciones Miró de Madrid, donde se informaron los resultados preliminares de los comicios, se sortearon tres periodistas para hablar con el ganador de ese proceso, Felipe González por supuesto. Uno en inglés, otro en francés y uno más en español que resulté ser yo.

Antes de que me correspondiera mi turno para entrevistar al político sevillano, platiqué en la antesala con una especie de subsecretario de relaciones exteriores de González que estaba con una carpeta para definir la agenda de una visita presidencial a Portugal, Francia y Alemania.

Me decía aquel funcionario del ministerio del exterior español que estaba preocupado porque no sabía TODAS las entrevistas que habían tenido los mandatarios de Alemania y Francia las ÚLTIMAS TRES SEMANAS.

Le pregunté qué cuál era la intención de conocer las agendas de los jefes de estado de tanto tiempo atrás.

Me contestó algo que reflejó el profesionalismo con el que Felipe González preparaba sus visitas al extranjero. “Es para definir el tono con el que se tocarán los temas de la agenda, a partir de los resultados que han obtenido sobre esos asuntos los pares que visitará el presidente González”.

Hoy que Felipe Calderón estará iniciando una visita a Estados Unidos recuerdo la meticulosidad de aquellos españoles para tratar de que sus visitas al exterior no resultarán viajes inútiles.

¿Patricia Espinosa le habrá preparado un resumen de los temas más importantes que recientemente han abordado el presidente de la ONU o los funcionarios de Estados Unidos con los que se entrevistará el presidente Calderón?

El presidente Calderón va a negociar, a tratar asuntos de interés bilateral, a gestionar ayudas de diversa naturaleza en éste viaje o solamente acude a que lo escuchen. A pintar otra vez ante esos foros y ante sus interlocutores oficiales de Estados Unidos la impronta de un México que solamente ven él y sus obsecuentes colaboradores.

En medio de la crisis económica más fuerte que padece Estados Unidos, y que tiene la circunstancia desafortunada de estar agravada por el panorama negativo de la zona Euro ocasionado por el colapso griego, el presidente de México viaja a ese país sin que los que somos sus conciudadanos sepamos qué negociará, qué dirá, cuáles resultados espera.

Viaja sin explicar el sentido de su rumbo y lo hace con una logística preñada de intenciones electorales. De Nueva York a Los Angeles. Un salto de varias horas de vuelo al parecer sólo para equilibrar la exitosa visita que realizó a la urbe californiana Marcelo Ebrard hace unos días.

Hoy se cumplen años de que la ciudad de México sufrió aquel sismo que destruyó grandes espacios de ella. Habrá un mega simulacro de emergencia sísmica. Todos en el DF atentos a prevenirse para una no deseada repetición de aquel pavoroso cataclismo.

Por supuesto que no es necesario que Felipe Calderón esté presente en ese día de duelo nacional. Es de suponerse que los objetivos de su viaje a Estados Unidos son superiores a cualquier acto de solidaridad nacional en el recuerdo de los muertos y los daños del terremoto del 85.

¿Y si no regresara Calderón con una maleta llena de resultados económicos, migratorios, de apoyos a la seguridad, de compromisos del gobierno de Obama de no pasar otra vez por el numerito del operativo “Rápido y furioso”?

Pues una vez más quedaría manifiesto que para Calderón sus prioridades no son las que tienen los mexicanos desempleados, asesinados por el crimen organizado, acosados por la corrupción oficial o atemorizados por la proliferación de actos de terror.

Sus funcionarios, siguen cayendo vergonzosamente, una y otra vez, en la abyección negando esa realidad.

Como el descartado “presidenciable” Alonso Lujambio golpeando el atril en la ceremonia del aniversario de la Independencia para “defender” las políticas de su Jefazo, en un patético y gratuito ritual de alabanzas y loas evidentemente innecesarias, y lo más grave, inmerecidas.

El martes Marcelo Ebrard, bajo la tutela de Manuel Camacho, estará en el auditorio nacional rodeado de acarreados “enviando un mensaje a la nación”.

Después de que Marcelo negoció el desalojo del Zócalo pagando a Martín Esparza con la liberación de miles de millones de pesos en cuotas que seguramente el líder electricista mangoneará a su gusto, se justifica un gasto más en el boato del evento de mañana? ¿Y le interesa acaso el mensaje de Marcelo a los desempleados o a los familiares del diputado muerto?

Un diputado Federal muerto en Guerrero; Larrazabal prosiguiendo con su cinismo que retrata al nuevo PAN; el secuestro en varias ciudades del país de la Revista Proceso; las cifras negativas para México de la OCDE sobre educación, desempleo y crecimiento del empleo informal; la lista de alcaldes asesinados; el “castigo de 15 días de suspensión” al secretario de obras públicas de Guanajuato, Genaro Carreño, por prácticas de contratismo; Luis Felipe Bravo Mena exigiendo un cargo público en premio por su sacrificio en el Estado de México.

Seguramente que de esa agenda sí estarán informados los interlocutores de Calderón en el viaje que, por el interés de México, inicia hoy por Estados Unidos.

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